NUEVA YORK, 25 de agosto 2011 (C-FAM) La ONU ha desandado una década de especulaciones sobre el invierno demográfico en occidente, y ahora dice que cada país alcanzará el nivel de reemplazo para 2100, lo cual dará como resultado una población mundial de 10 mil millones de personas. El problema es que no existe sustento para este giro radical.
Organismos de las Naciones Unidas aclaman las nuevas cifras como evidencia de la superpoblación en el mundo en desarrollo y como reivindicación de décadas de políticas antinatalistas en occidente, aunque el fundamento científico de las últimas predicciones de la ONU es exiguo.
El cambio más significativo en los nuevos números de la Organización radica en un incremento del índice de convergencia pronosticado, que pasa de 1,85 niños por mujer (por debajo del nivel de reemplazo) a 2,1 (fecundidad cercana al nivel de reemplazo).
Mientras que la ONU afirma que hay consenso en la materia, los demógrafos han sostenido durante mucho tiempo que no existen pruebas que respalden el supuesto de que la fertilidad mundial alguna vez convergerá, y que no hay fundamentos para aseverar que todas las naciones atraviesan tres fases de cambio demográfico, pasando de índices de natalidad decrecientes (situación actual de la mayoría de las naciones desarrolladas), a índices por debajo del nivel de reemplazo (que atraviesan todos los países desarrollados, excepto Estados Unidos) y finalmente a la recuperación con índices cercanos al nivel de reemplazo (logrados por unos pocos países noreuropeos).
Quienes adhieren a la hipótesis de la recuperación dicen que la caída de los índices europeos de fertilidad puede deberse a que las mujeres posponen la maternidad. Pero, como indica un nuevo estudio de la corporación RAND, «los cambios en la distribución temporal de los nacimientos pueden afectar los índices de natalidad a corto plazo», pero «los efectos son leves, y el resultado de la dilación puede ser permanente para la población en su conjunto, aún cuando no lo fuera para una mujer en particular».
En cuanto a los jóvenes de entre 15 y 24 años que se integran al mundo laboral o al ejército, las nuevas cifras implicarían que la tan prevista ventaja demográfica de la India sobre China se vería reducida. India tendría 75 millones de jóvenes menos para 2050, y sufriría una disminución de 324 millones para 2100, mientras que China experimentaría un aumento de 26 millones por sobre lo que se esperaba anteriormente.
La proporción de jóvenes de Alemania en 2050 incrementaría, del 8,5 % que se había proyectado, al 10 % de su población, según un nuevo pronóstico de la ONU, llegando a más del doble del número de jóvenes anteriormente vaticinado para 2100. Igualmente, el número de jóvenes rusos duplicaría las proyecciones existentes, y la proporción de estos en Japón saltaría de sólo el 7,7 % en 2050 al 10,4 % en 2100.
Muy por el contrario, los gobiernos se mantienen pesimistas. Informes recientes de la Comisión Europea y del gobierno japonés, por ejemplo, asumen que la fertilidad se mantendrá cercana a los niveles actuales, que se encuentran alrededor de 1,3 en Japón y de 1,4 en Alemania.
Para obtener los nuevos y radicales pronósticos de fecundidad, la División de Población de la ONU creó un «modelo probabilístico» que se sirve de una gran capacidad informática para ejecutar 100.000 situaciones posibles de fertilidad para cada país.
Aunque este nuevo modelo aparenta una mayor precisión científica, se basa en un índice de fecundidad arbitrario y no corroborado. El solo hecho de que los demógrafos ahora tengan la capacidad de producir en abundancia varios miles de situaciones hipotéticas para cada país estudiado no significa que el resultado sea científico.
Los analistas de políticas harían bien en rechazar las proyecciones de fertilidad de talla única valiéndose, en cambio, de datos que den cuenta de los diversos factores nacionales que contribuyen al tamaño de familia deseado.
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