31 de agosto 2011 (Notifam) – Contrario a abortar un hijo concebido naturalmente, lo de terminar con la vida de un niño concebido por la fertilización in vitro, se siente como “simplemente otra opción”, dentro de un proceso ya consumista, según confesó una mamá por fertilización in vitro en un artículo publicado en The New York Times, un periódico en los Estados Unidos de América.
“Si yo hubiese concebido estos gemelos naturalmente, yo no hubiese reducido este embarazo, porque uno siente como si hubiese un orden natural, y entonces uno no quiere ocasionarle un disturbio”, dijo la mamá “Jenny”, a la autora Ruth Padawer.
“Pero nosotros creamos este niño de modo tan artificial – en un tubo de ensayo, escogiendo una donante de óvulos, colocando este embrión dentro de mí – y de algún modo, tomar una decisión sobre cuántos se deben cargar en el vientre, parece ser una opción más”.
“Este embarazo es del todo tan consumista, desde el principio, y esto se convirtió en una cosa más que podíamos controlar”.
Padawer explicó en este artículo que la pareja decidió abortar uno de los gemelos porque ellos sentían que, “en el mejor de los casos, ella podía darle a cada uno solamente la mitad de su atención, y lo que ella temía, solamente la mitad de su amor”. La pareja tuvo que pagar por el tránsito aéreo de un médico, localizado cientos de millas lejos de ellos, porque los médicos locales rehusaron abortar a su gemelo.
Lo que inicialmente era un remedio para los mega embarazos de la fertilización in vitro (los casos en que numerosos embriones inesperadamente sobreviven el proceso de implantación), los denominados abortos por “reducción selectiva”, se han convertido en un opción tan común y tan normativa para los embarazos de gemelos.
Pero abortar un gemelo ha probado ser algo difícil de aceptar, aún dentro de la cultura del negocio pro-aborto de la fertilización in vitro. Muchos médicos, a la vez que permiten que se realicen otros abortos, todavía rehúsan realizarlos contra un gemelo. Un experto citado en el artículo de Padawer, recordó que, hacia finales de los años de la década de 1990, cuando la cuestión sobre si abortar un gemelo fue sometida al personal de su clínica, “cada uno de ellos – el sonógrafo, los consejeros en la genética, los programadores – apoyaron el derecho al aborto, pero todos confesaron su creciente incomodidad con la reducciones para que quedase uno solo”.
Padawer terminó su artículo con la anécdota sobre dos lesbianas anónimas. Ambas se enteraron que quedaron embarazadas de gemelos por la fertilización in vitro, en el día del primer cumpleaños de su hijo, quien también fue concebido por la fertilización in vitro. Una de las mujeres sufrió un aborto espontáneo, y la otra abortó uno de sus hijos concebidos.
La segunda mujer, que está pautada para dar a luz en diciembre, a la vez que estaba “agradecida” de que el aborto fue posible, dice que todavía se pregunta si escogió al bebé “correcto”.
“Aún cuando se estaba llevando a cabo, yo me pregunté cómo hubiese sido el futuro si el médico hubiese insertado la aguja en el otro”, ella dijo.
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