Cagliari (Isla de Cerdeña), 10 Set. 08 (AICA) - Ante decenas de miles de jóvenes, y durante el último acto de su visita de diez horas a la capital de la isla italiana de Cerdeña, donde conmemoró el centenario de la proclamación de la Virgen de Bonaria como patrona de este territorio insular, Benedicto XVI pidió a los jóvenes que cuiden como una "antigua y sagrada herencia" la institución de la familia.
El Papa alentó a los jóvenes a ser libres y a oponerse al nihilismo, y dijo que el hombre "puede superar el hambre pero no puede vivir donde la verdad y la justicia están vedadas". "Hoy ya no es así. Domina una mentalidad diferente. Se admiten otras formas de convivencia y a veces se llama familia a uniones que en realidad no lo son", afirmó. Igualmente, el Pontífice animó a los jóvenes a prepararse para amar, "pues el amor es, además de sentimientos, responsabilidad, constancia y sentido del deber".
Sobre la formación intelectual y moral, "indispensable para construir el futuro de la sociedad", Benedicto XVI dijo que existe una "emergencia educativa", que exige padres y formadores capaces de compartir "todo lo bueno y verdadero que han experimentado primero en su persona".
"El pan material no basta, no es suficiente para vivir de manera plena, es necesaria otra comida, de la que se tiene siempre hambre y de la que es necesario nutrirse para el crecimiento personal, de la familia y de la sociedad", agregó el Papa, que identificó esa "comida" en la fe "sincera y profunda".
Benedicto XVI aseguró que cuando se pierde el sentido de la presencia de Dios, "todo se comprime y se reduce a una sola dimensión, todo queda aplastado en el plano material".
La situación actual de los jóvenes
Sobre la situación de la juventud, el Papa denunció la "plaga" de la desocupación y la precariedad del trabajo, que ponen en peligro, precisó, los proyectos de los jóvenes. En este sentido añadió que la falta de trabajo lleva a la emigración de los jóvenes, al abandono de la tierra donde nacieron, una situación que muchas veces comporta daños psicológicos y morales antes que sociales.
En medio de los constantes aplausos, el Papa denunció la sociedad actual "consumista", "en la que el éxito y el beneficio se han convertido en los nuevos ídolos ante los que muchos se postran". "La posesión de bienes materiales y el aplauso de la gente, han sustituido el trabajo de uno mismo para templar el espíritu y formar una personalidad auténtica. Se corre el riesgo de ser superficiales, de dedicar la vida a recorrer caminos en busca del éxito y satisfacciones que, en sí mismas, son precarias y falaces y aumentan la tendencia al individualismo", denunció el Papa.
Antes de reunirse con los jóvenes, lo hizo con los sacerdotes y seminaristas sardos, ante los que defendió la necesidad de una sólida formación.