El próximo octubre, el parlamento británico debatirá la reforma de la ley sobre Human Fertilisation and Embriology. En el apartado que se refiere al aborto, una discutida enmienda presentada pretende exigir que los doctores informen a las que deseen abortar sobre los riesgos de daños psicológicos que puede producir el aborto voluntario. También quiere establecer un período de reflexión durante el cual se madure la decisión de abortar.
Los partidarios del aborto se han rasgado las vestiduras ante estas exigencias. Según ellos, no hay base científica para decir que la interrupción del embarazo cause problemas de salud mental. Para demostarlo, se remiten a un estudio de la Academia Americana de Psicología que se fundamenta en el análisis de algunos estudios empíricos publicados desde 1989.
Para Melanie McDonagh, la principal objeción que existe contra el aborto no es el daño que puede causar en la mujer, sino la destrucción del feto. De todos modos, añade, si tuviéramos que tomarnos en serio los estudios sobre las consecuencias del aborto en la salud mental habría que reconocer que ninguno de ellos es concluyente.
McDonagh desconfía de la objetividad de las investigaciones sobre el aborto. Curiosamente, dice, todos los trabajos que conoce sobre esta materia han sido realizados bien por promotores del aborto bien por activistas pro-life. "La investigación libre de ideas preconcebidas sobre el aborto es una bonita idea, pero no creo que existan investigadores neutrales por muy buena que sea su metodología".
Según McDonagh, una lectura atenta deja ver los serios defectos metodológicos de los estudios que descartan los riesgos para la salud mental. Pone como ejemplo el estudio citado de la Academia Americana de Psicología, que recibió en su día severas críticas por parte de la comunidad científica. Entre otras cosas, este trabajo fue criticado por dejar fuera de su consideración una serie de estudios que advertían sobre los riesgos psíquicos del aborto en las mujeres.
Dado que los abortistas y los pro-life no terminan de ponerse de acuerdo sobre las consecuencias del aborto en las salud mental de las mujeres, McDonagh piensa que los más sensato es hacer lo que propone la enmienda a la Human Fertilisation and Embriology Bill; es decir, informar a las mujeres que desean abortar sobre los posibles riesgos y establecer un período de reflexión. "Aun en el caso de que los riesgos para la salud mental de las madres fueran reducidos, ¿cómo puede alguien oponerse a que una mujer sea informada sobre estos riesgos?", se pregunta.