CIUDAD DEL VATICANO, viernes 26 de septiembre de 2008 (ZENIT.org).- Benedicto XVI no sólo está convencido de que es posible superar las crisis matrimoniales, sino que además constata que la relación de las parejas que lo logran se hace más profunda, su amor queda reforzado.
Ahora bien, para que la llama del amor vuelva a arder, el Papa constata la necesidad de personas que apoyen en los momentos de oscuridad a los cónyuges, sobre todo dándoles esperanza, contra la corriente común hoy día de presentar el divorcio como la solución más fácil.
Así lo explicó este viernes al recibir a los participantes en el encuentro internacional del movimiento Retrouvaille (http://www.retrouvaille.org), iniciativa surgida de la "providencial la intuición" --así la calificó el Santo Padre-- del matrimonio canadiense Guy y Jeannine Beland, en 1977, para ayudar a las parejas en grave crisis.
El obispo de Roma consideró que la crisis conyugal --hablaba de "crisis serias y graves"-- constituye una realidad "con dos caras".
Por una parte, explicó, "se presenta, especialmente en su fase aguda y más dolorosa, como un fracaso, como la prueba de que el sueño ha terminado o se ha transformado en una pesadilla y, por desgracia, 'no hay nada que hacer'".
Ahora bien, según el Papa "hay otra cara, que nosotros desconocemos con frecuencia, pero que Dios ve". Toda crisis, "constituye el paso a una nueva fase de la vida", una "esperanza más grande que la desesperación".
Es en ese momento cuando la labor de personas como las que participan en el movimiento Retrouvaille es necesaria, indicó el Papa.
"En los momentos más oscuros, los cónyuges han perdido la esperanza; entonces se da la necesidad de otras personas que la custodien, de un 'nosotros', de una compañía de auténticos amigos que, con el máximo respeto, pero también con sincera voluntad de bien, estén dispuestos a compartir algo de su propia esperanza con quien la ha perdido. Pero no de manera sentimental o superficial, sino organizada y realista".
De este modo, en el momento de la ruptura, ofrecen a la pareja "una referencia positiva en la que confiar frente a la desesperación".
"De hecho, cuando la relación degenera, los cónyuges caen en la soledad, tanto individual como de pareja. Pierden el horizonte de la comunión con Dios, con los demás y con la Iglesia". Entonces, indicó, encuentros como los que presenta Retrouvaille, ofrecen el "agarradero" "para no perderse totalmente, y para volver a subir poco a poco la cuesta".
Por este motivo, presentó a las personas que ayudan a las parejas en crisis como "custodios de una esperanza más grande para los esposos que la han perdido".
"Cuando una pareja en dificultad o --como demuestra vuestra experiencia-- incluso ya separada, se encomienda a María y se dirige a Aquél que ha hecho de los dos 'una sola carne', puede estar segura de que la crisis se convertirá, con la ayuda del Señor, en un momento de crecimiento, y que el amor quedará purificado, madurado, reforzado".
Esto, advirtió Benedicto XVI, "sólo lo puede hacer Dios, que quiere servirse de sus discípulos como de válidos colaboradores para acercarse a las parejas, escucharlas, ayudarlas a redescubrir el tesoro escondido del matrimonio, el fuego que ha quedado sepultado bajo las cenizas".
"Reaviva y hace que vuelva a arder la llama; ciertamente no como en el enamoramiento, sino de una manera diferente, más intensa y profunda: ahora bien, es siempre la misma llama", afirmó.
El Programa Retrouvaille, según explica e su página web, consiste en vivir un fin de semana combinado con una serie de 6 a 12 sesiones de fin de semana durante tres meses.
Ofrece instrumentos para ayudar al matrimonio a reordenar su vida. El programa subraya particularmente la comunicación en el matrimonio entre el hombre y la mujer, dando a los esposos la oportunidad de redescubrirse mutuamente y de examinar sus vidas juntos de una manera positiva y nueva.