La presencia de Sarah Palin en el tramo final de las elecciones presidenciales americanas podría alegrar a todos los que consideran que la mujer debe aspirar a los puestos más altos. Su trayectoria encaja en el tipo de triunfadora que compatibiliza familia y trabajo profesional exitoso, de esas que se ponen como modelo en las revistas de “Mujer hoy”. Sin embargo, a algunos y algunas se les ha atragantado antes de que tome la salida en la carrera. Y no es porque sea republicana, que eso hasta se le podría perdonar. ¡Pero es que esta señora es realmente provocativa!
Estamos acostumbrados a que una política de altos vuelos se conforme con tener uno o dos hijos. O, si el reloj biológico apremia y no ha logrado el voto incondicional de un marido, que tenga gemelos en solitario por inseminación artificial. Hasta es un signo de modernidad.
No vamos a pedir tanto, tratándose de las elecciones americanas. ¡Pero de ahí a tener cinco hijos! El Sierra Club tendría que decirle algo sobre las agotadas ubres de la Madre Tierra. Y además los tiene con el mismo marido, ni siquiera una descendencia mezclada al estilo Sarkozy que tanto se lleva.
Por si fuera poco, ha aceptado a sus 44 años tener un hijo con síndrome de Down, esa especie cuya extinción no le preocupa ni a Greenpeace y cuya veda está permanentemente abierta en las clínicas abortistas. Y es que Sarah Palin es “pro life”, tanto en la vida política como cuando juega en casa. Está lejos de ese tipo de político del “estoy personalmente en contra del aborto, pero...” Así que Palin desmiente el tópico de que rechazar el aborto es ir contra los derechos de las mujeres.
Puesta a romper estereotipos, no responde tampoco al de madre de familia ocupada solo en casa. Desde los 28 años está en la vida política, y el tener cuatro hijos en 2006 no le impidió llegar a gobernadora de Alaska a los 42 años: fue la primera mujer y la persona más joven en ocupar el cargo. En fin, que es una señora que va a por todas. Y en estos tiempos en que se pone como modelo a la mujer que no se arredra ante metas altas, puede caer bien.
¿Podrá con todo?
Curiosamente, las primeras críticas le han llegado no tanto por su competencia política como por asuntos familiares. Con cinco hijos (entre 19 años y 4 meses), ¿podrá con todo? De repente, gente que considera imprescindible que la mujer no deje el trabajo por el hogar, insinúa o dice claramente que la gobernadora está poniendo su carrera por delante de su familia. Un niño con síndrome de Down exige mucha atención, dicen (desde luego, si lo hubiera abortado estaría mucho más libre). Pero, a juzgar por la trayectoria política y familiar de Palin, da la impresión de que hasta el momento ha sabido compatibilizar bastante bien la atención al votante y a su familia. Quizá sea una de esas madres activas y organizadas, capaces de llevar adelante una familia de cinco hijos, algo que solo de pensarlo abruma a las que se sienten ya agobiadas con uno.
Palin parece tener algunos de los mejores rasgos de una mujer moderna: fuerte, independiente, trabajadora y absolutamente femenina. Por eso es llamativo que algunas hayan dicho que pone en riesgo la imagen de la mujer trabajadora de hoy. “Hay preocupación entre las madres trabajadores de ambos partidos porque lo que haga ella en la campaña presidencial puede reflejar la capacidad del conjunto de las madres que trabajan”, asegura Cindi Leive, editora de Glamour y madre de dos hijos. Por lo visto no le parece glamuroso el modelo Palin. Por la misma razón podría decir que si Obama no lo hace bien puede desacreditar a todos los afroamericanos.
Hasta el hecho de que su hija de 17 años esté embarazada y vaya a tener el hijo se ha utilizado en clave política, como si fuera contradictorio con su postura pro familia. Pero si su hija Bristol contribuye a aumentar la estadística de embarazos de adolescentes, por lo menos no va a incrementar el de abortos adolescentes, y sus padres han dicho que sabrán acoger también a este nieto inesperado que su hija desea tener.
Para colmo de iconoclastia, Sarah Palin es una mujer de principios religiosos, una mezcla de evangélica y pentecostal. Es este uno de los sectores más dinámicos y de mayor crecimiento en el panorama religioso americano, quizá porque es de los que menos se acomodan a la “religiosidad light”.
La suma de estos factores tampoco la acredita necesariamente como una Margaret Thatcher. Es lógico que sus adversarios la critiquen por su corta carrera política, su inexperiencia de las cuestiones internacionales, su visión de la guerra de Irak... Los dos meses de campaña podrán clarificar más su peso político. Pero habría que dejar al margen los asuntos de su familia.
Por lo menos, su designación como candidata habrá servido para hacer ver que en la pasarela pública no se lleva solo el tipo de mujer políticamente correcta, y que hay sitio para modelos más atrevidos.