CASTEL GANDOLFO, viernes 26 de septiembre de 2008 (ZENIT.org).- Benedicto XVI pidió este viernes a los obispos de Uruguay que "no se cansen" de proclamar abiertamente las enseñanzas de la Iglesia, especialmente en lo tocante a la defensa de la vida.
"Sé de vuestros esfuerzos por defender la vida humana desde la concepción hasta su término natural y pido a Dios que den como fruto una conciencia clara en cada uruguayo de la dignidad inviolable de toda persona y un compromiso firme de respetarla y salvaguardarla sin reservas", afirmó el Papa en el discurso que dirigió a los prelados que recibió en Castel Gandolfo con motivo de la visita ad limina apostolorum.
Es necesario, añadió, "proclamar las enseñanzas de la Iglesia en su integridad, con la valentía y la persuasión propias de quien vive de ella y para ella".
Esta "valentía" es, aseguró, "tanto más necesaria en un tiempo en que otras muchas voces tratan de acallar a Dios en la vida personal y social, llevando a los hombres por derroteros que socavan la auténtica esperanza y se desinteresan de la verdad firme en la que puede descansar el corazón del ser humano".
El obispo de Roma invitó a los prelados a "no desanimarse" a la hora de defender "los valores morales de la doctrina católica, que a veces son objeto de debate en el ámbito político, cultural o en los medios de comunicación social, como son los que se refieren a la familia, la sexualidad y la vida".
En este sentido, destacó la importancia de la labor de los sacerdotes "a los que se ha de animar constantemente para que no se acomoden al ambiente imperante en el mundo".
La gente hoy, explicó el sucesor de Pedro, "anhela sobre todo palabras aprendidas del Espíritu, más que de saberes puramente humanos".
En este sentido, la formación de los sacerdotes "debe prevalecer lo que ha de distinguir por encima de todo a un ministro de la Iglesia: el amor a Cristo, una seria competencia teológica en plena sintonía con el Magisterio y la Tradición de la Iglesia, la meditación constante y personal de su misión salvadora y una vida intachable acorde con el servicio que presta al Pueblo de Dios".
"De este modo darán testimonio fiel de lo que predican y ayudarán a sus hermanos a huir de una religiosidad superficial y con escasa incidencia en los compromisos éticos que la fe comporta", añadió.
A la delegación de obispos, encabezada por el presidente de la Conferencia Episcopal, monseñor Carlos María Collazzi, obispo de Mercedes, les animó a cultivar la "unidad efectiva y afectiva del colegio episcopal".
Esta unidad, añadió, debe ser "ejemplo visible para promover el espíritu de hermandad y concordia en vuestros fieles e incluso en la sociedad actual, tantas veces dominada por el individualismo y la rivalidad exasperada".
Les invitó a no dejarse llevar por el desaliento" ante la "indiferencia o apatía religiosa", y a que no el servicio a los pobres "mediante las obras caritativas de las comunidades eclesiales".
"En situaciones difíciles, que también afectan a los uruguayos, la Iglesia está llamada a mostrar la grandeza de corazón, la solidaridad y capacidad de sacrificio de la familia de los hijos de Dios para con los hermanos en dificultad", concluyó el Papa.
Uruguay, de unos 3 millones y medio de habitantes, es una de las naciones de América Latina con el índice más bajo de práctica religiosa. Si bien el número de los bautizados supera el 72%, según algunas estadísticas, tan sólo el 47.1% se considera católico. Según estos datos, el 23.2% de la población no se reconoce en ninguna confesión religiosa.