Por Carlos Polo
Estuve en Ecuador y lo que viene sucediendo es vergonzoso. El Presidente Rafael Correa viene usando de todos los recursos del Estado para llevar a cabo un proyecto que le permita concentrar sobre sí todo el poder en ese país. Sin embargo este egocentrismo podría ser su talón de Aquiles.
Dos amplios triunfos electorales, el primero que le dio la presidencia y el segundo que eligió a los miembros de la Asamblea, habrían dado a Correa una sobredosis de personalismo. Con ese ánimo ahora va por más, en pos de la instalación de una legalidad para sus planes. Una leal mayoría en la Asamblea Constituyente perteneciente a su partido, Acuerdo País, redactó un proyecto de Constitución hecho a la medida de la personalidad de Correa: llena de imprecisiones, exabruptos y adicta a la figura presidencial. De modo que el referéndum no será solamente un asunto de aceptar un texto en la Constitución, se trata también de la instalación de una figura presidencial versión ecuatoriana del “Gran Hermano” de la novela 1984 de George Orwell.
Nueve meses de un ardoroso y desigual debate al interior de la Asamblea alumbró un texto final de Constitución que abriría las puertas al aborto, las uniones homosexuales, la ideología de género, la despenalización del uso de drogas y muchas otras fórmulas de destrucción de la cultura cristiana de la nación ecuatoriana. Una veintena de asambleístas de Acuerdo País hicieron suyo todo el discurso del feminismo radical muy afín a su raigambre izquierdista y evitaron a toda costa que en el artículo 1 referido al derecho a la vida se eliminara la frase “desde la concepción” de la Constitución vigente. Ignoraron la protesta popular expresada en dos marchas multitudinarias y 800,00 firmas que exigían esa especificación. Por el contrario, incluyeron los polémicos (e inventados) derechos sexuales y reproductivos.
A finales de Setiembre se decidirá su aprobación por un referéndum, un “sí o no” apetecible para quien actualmente está en capacidad manipular a un pueblo sencillo y pobre. Correa no ignora esa fragilidad y viene inundando el país de promesas y “regalos” a una población que en su mayoría trata de sobrevivir y vive frustrado por la desatención y falta de oportunidades.
Manipulando las reglas de juego
Correa está abusando de la función presidencial convirtiéndose a sí mismo en el mayor promotor público del “Sí”. Pero eso no le basta pues se encuentra lejos de repetir un triunfo claro nuevamente.
Para este referéndum también se preocupó de tener el control de las reglas de juego tal como sucediera para la elección de los miembros de la Asamblea. En esa ocasión pidió requisitos mínimos de inscripción como lista para atomizar a la oposición y sólo permitió publicidad en el canal estatal para minimizar el efecto de recordación de candidatos. Ahora ha nombrado a dedo a los miembros del Tribunal Supremo Electoral que han establecido controles rigurosos para cualquier organización que quiera hacer propaganda electoral. Por supuesto todos esos controles son aplicados a toda la oposición. Incluso el registro posibilita a que Correa desate una persecución a quien se le oponga. Mientras el Presidente, ministros y demás funcionarios públicos están permitidos de todo. Pancartas con la foto del Presidente pidiendo el voto en los colegios estatales o eventos donde bailarinas en bikini bailando reggaeton sexualmente explícito con niños claramente menores de 8 años, por citar sólo un par de ejemplos.
Correa no la tiene fácil. Para ganar el referéndum y aprobarse este proyecto de Constitución se necesita el 50% de votos emitidos más uno marcados por el Sí. Si los votos por el NO más los votos en blanco y nulos son mayoría, entonces regiría la Constitución anterior. Correa vería frustrado su proyecto de estar 10 años en el poder pues este proyecto de Constitución le permitiría ser reelegido el 2010 y ser re-reelegido para quedarse hasta el 2017.
Aunque las diferentes encuestas otorgan al SI un 50% de votos, Correa está lejos de estar en buena posición. Algunos analistas precisan que Correa necesita ganar por un amplio margen o su gobierno empezará una pendiente de desgaste político y perderá estabilidad en poco tiempo. Más aún cuando su estrategia ha sido agudizar viejos odios y diferencias entre sectores sociales polarizando al país. Casi 25% se ha convertido una oposición radical al gobierno. Es importante señalar que el 25% que figura en las encuestas como voto indeciso no son aquellos que están entre dos posiciones. De hecho sólo hay una campaña, la de Correa. El indeciso es aquel a quien Correa no convence, quien lo ve con recelo y quien teme decir abiertamente que vota por el no.