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miércoles, 12 de octubre de 2011

El momento “Ajá” de una trabajadora en una clínica de aborto: cuando se le pagó a una madre que alquiló su vientre para que abortara a un bebé con síndrome de Down - notifam.net


Por Jewels Green
Nota: Jewels Green es una ex trabajadora en clínicas de aborto, que también se efectuó un aborto. Por primera vez habló recientemente acerca de sus experiencias como trabajadora en una  clínica de aborto.
11 de octubre 2011 (Notifam) – Después de apoyar el aborto durante toda mi vida y de trabajar en una clínica de aborto desde hace años, mi momento “Ajá” pareció venir de un lugar inesperado. Yo no tuve un cambio profundo y repentino en mi visión del mundo. Después de años de ignorar la pequeña voz dentro de mí cuestionando la muerte a mi alrededor – las pesadillas y el lamento -, la verdad me golpeó con fuerza.
Yo estaba involucrada en una discusión en línea sobre la fertilización in vitro (FIV) y el alquiler de vientre con un grupo de amigas íntimas que eran todas madres casadas, y una de nosotras estaba de acuerdo alquilar el vientre para una amiga suya que había perdido trágicamente a un niño a causa del cáncer. Fuimos sus confidentes cuando ella atravesó los meses de preparación hormonal de su cuerpo para aceptar la implantación de un bebé creado fuera de su seno. Detalló todas las cosas dolorosamente antinaturales hechas a su cuerpo para prepararse para esto y también describió el proceso de FIV -todos esos seres humanos diminutos- de creación en un laboratorio y luego de almacenamiento en un congelador.
Confieso honestamente que yo nunca antes había reflexionado sobre la FIV, pero encontré perturbador el proceso. Busqué el consejo de los dos miembros católicos del foro que abiertamente (pero siempre con respeto) estaban en desacuerdo con lo que ella estaba haciendo. Cuanto más reflexionaba sobre la FIV y el proceso parecido al de Frankenstein de creación de seres humanos de esta manera, todo finalmente comenzó a tener sentido para mí. Esto era antinatural, y estaba mal. Estos eran SERES HUMANOS. No era como en la película Alien, donde los adultos tomaron la decisión de subir a las cámaras de sueño para entrar voluntariamente en un estado de animación suspendida, más bien era la eliminación completa del consentimiento informado y la antítesis completa del instinto maternal (PROTEGER AL BEBÉ A TODA COSTA). Simplemente… estaba mal.
Después.
Bueno, luego ella pasó a describir a una mujer en su grupo de apoyo al alquiler de vientres que se sometió a pruebas genéticas prenatales en el pequeño, indefenso, no-relacionado-genéticamente e inocente bebé que crecía en su cuerpo (creo que se puede adivinar dónde va esto). El síndrome de Down. He seguido los mensajes a diario con creciente horror cuando ella relataba la historia de esta madre que alquilaba su vientre cuando aceptó “el pago del contrato en su totalidad” para abortar en lugar de llevar este embarazo a término y dar a luz. Una de nosotras informó a nuestra amigo sobre Arco Iris de Reece [Ministerio de Adopción de niños con Síndrome de Down], en cuanto a que si los padres genéticos no quieren a su hijo, él o ella podría tener una oportunidad de encontrar un hogar adoptivo a través de esta organización increíble que ayuda a los niños con síndrome de Down a equipararse con familias amorosas, y en muchos casos ayuda a sufragar los costos de adopción. ¡Pero no!
Esta fue mi momento “ajá”: se le pagó a esta mujer para matar al niño, y ella lo hizo. Esto es un asesinato. El aborto es asesinato. Lloré. Lloré por el bebé (ya fallecido). Luego lloré por todas las pequeñas almas enfriadas en los congeladores de la FIV en todo el mundo. Después, sólo después, pude llorar por todos los bebés asesinados en la clínica donde yo trabajaba desde hacía tanto tiempo ¿Cuántas cajas de pañuelos gasté en mi pequeña oficina de consejería luego que yo devolví a esa madre embarazada a la sala de procedimientos que sonreía mientras yo sostenía la puerta abierta para que ella entrara en la cámara de la muerte. “Vas a estar bien, voy a venir a visitarte en la sala de recuperación”. Dios mío. ¿Qué había hecho yo? No, yo no apreté el gatillo, pero limpié el arma, preparé la munición y la cargué. Seguro como la culpa del propio asesino, yo estaba seguro de mi propia culpa también. La ola de remordimiento y arrepentimiento era abrumadora. Recé. Recé por la paz para los bebés. Yo recé para pedir perdón. Recé para tener fortaleza para ser una persona mejor.
Todo esto jugó en el contexto de un punto de vista muy diferente del movimiento pro-vida. Habían pasado los días de la intimidación y el acoso total, reemplazada por una presencia pacífica y de oración fuera de las puertas de la clínica habitada por almas compasivas, listas y dispuestas a ayudar a las madres embarazadas en formas prácticas, útiles y duraderas. Sólo por continuar ofreciendo la verdad, consuelo, esperanza, ayuda y amor a los atribulados y equivocados podemos tener la esperanza de terminar con el aborto. Sólo al continuar diciendo la verdad sobre el horror y la brutalidad de un aborto podemos tener la esperanza de cambiar las mentes. Un corazón, un alma, una madre, un niño a la vez.

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Este artículo apareció originalmente en LiveAction.org .
Traducción por José Arturo Quarracino
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