El análisis del voto que confirma a Donald Tusk y el avance de Palikot, mientras que los católicos esperan.
Las elecciones parlamentarias celebradas en Polonia el domingo pasado no solo dieron como ganador al actual partido gobernante, Plataforma Ciudadana, del primer ministro Donald Tusk, sino que también han significado el encumbramiento de una novedosa fuerza política de marcado acento anticlerical y laicista en la católica Polonia de Juan Pablo II.
Se trata del llamado "Movimiento de Palikot" (Ruch Palikota) una fuerza política de izquierda que toma el nombre de su fundador, Janusz Palikot, y que ha obtenido el 10 por ciento de los escaños parlamentarios, entre los que figuran un activista transexual (Anna Grodzka, el primer diputado transexual en Polonia), un homosexual (Robert Biedroń, el primer diputado abiertamente gay), una feminista y lobbysta gay (Wanda Nowicka) y el ex-Mariscal del Sejm (cargo equivalente al presidente del Congreso), Marek Borowski, un político de izquierdas partidario de los derechos LGTB y miembro del comité de honor del Orgullo de Varsovia, quien ha sido elegido además senador por Varsovia.
Según algunos medios, la tercera parte de sus votantes es menor de 29 años, y no parecen apoyarle sólo por su propuesta de legalizar el consumo de hachís sino que esperan que cumpla con su promesa de romper con algunas estructuras del Estado y el sistema de partidos, explica Karolina Styczen, una de sus seguidoras.
El «Ruch Palikota», después de apenas un año de su nacimiento, es el tercer partido de Polonia, después de «Plataforma Cívica» de Donald Tusk y «Derecho y Ley» de Jaroslaw Kaczyński.
En los comicios los polacos eligieron a 460 diputados y un centenar de senadores en unas elecciones parlamentarias a los que fueron convocados cerca de 30 millones de electores, de los cuales sólo participó un 47,25 por ciento.
Durante su campaña, Palikotel, un rico y joven empresario, impulsó una agenda marcadamente anticlerical, una economía liberal y de apoyo a los supuestos derechos homosexuales.
Hace un año, Palikot dijo oponerse a la presencia de "obispos barrigones" en los actos oficiales de Estado y que promovería la prohibición de las clases de Religión en los colegios. Asimismo ha exigido a la Iglesia -que contribuye con el Estado con innumerables obras sociales de promoción y asistencia- pagar impuestos.
"Millones de personas quieren un Estado laico, la fe es una cuestión privada de cada ciudadano", proclamó Paliot durante la campaña electoral.
El movimiento de Palikot ha estado rodeado de polémicas desde el inicio oficial de su andadura en octubre del año pasado, y no solo por su personalidad y propuestas "rompedoras" -es partidario de la abolición del Senado- sino también por haber entablado una guerra contra la jerarquía y el clero polacos, teniendo un estratégico cuidado de no atacar a los feligreses. «Me esforzaré por lograr la expulsión de la enseñanza de la religión católica de las escuelas públicas», ha prometido Palikot. En sus intervenciones masivas, ha invitado a los obispos —según él, que gozan de una buena posición económica— a renunciar a los privilegios fiscales y contribuir por si mismos, y citando el ejemplo de Juan Pablo II, que «no dejó nada en esta tierra», señala que la Iglesia debería volver a ser pobre. «Nosotros no combatimos a la Iglesia en lo que respecta a la fe, la ayuda y el servicio a la gente. Combatimos a la Iglesia en cuanto partido político, corporación financiera. La Iglesia no debería ocuparse de política y acumular los bienes», dijo en una intervención durante la campaña electoral.
Agenda gay y abortista
Su programa también incluye, no obstante, la liberalización de la uniones homosexuales (sin derecho de adopción de menores), como también del aborto, de la fecundación asistida y de las drogas livianas.
La respuesta de la Iglesia: Una nueva evangelización
Ante este fenómeno político, el presidente de la Comisión Social del Episcopado polaco, monseñor Józef Kupny ha dicho que «los resultados de las elecciones han puesto de manifiesto la necesidad de la nueva evangelización en Polonia». Kupny ha subrayado la necesidad de analizar con seriedad este fenómeno, porque la popularidad de Palikot se debe a las instancias definitivamente contrarias a la enseñanza de la Iglesia. «Para nosotros es el enésimo desafío, teniendo en cuenta que la Iglesia es maestra de moralidad y debe formar las conciencias. Aquí, en cambio, vemos que los eslóganes que contradicen la escala de valores anunciada por la Iglesia han sido acogidos por una parte de la sociedad que ha votado al movimiento de Palikot.» Por su parte el portavoz del episcopado, Jósef Kloch,cree que los resultados de las elecciones demuestran fluctuaciones de los votos «de los partidos desaparecidos de la escena política o aquellos que no satisfacen a los electores hacia las fuerzas de protesta».
«La democracia, si bien es el mejor modo de organizar las cosas del Estado, tiene sin embargo sus puntos débiles», ha señalado.
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